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Ángel Sánchez

Información: el nuevo petróleo y su impacto en el poder económico, político y social



Siempre y en todo momento estamos compartiendo información, ya sea información sobre nuestra forma de ser y de pensar, sobre nuestras preferencias, sobre algún acontecimiento público o privado; la manera en que la compartimos depende, ya que existen muchísimas formas como nuestro lenguaje corporal, con nuestras acciones, con las palabras que decimos, y de una forma más moderna que, derivada de la pandemia por el Covid-19, es las más común hoy en día: a través de dispositivos móviles como celulares, laptops, tablets o prácticamente desde cualquier dispositivo que tenga acceso a internet.


Con la llegada del internet, casi todo el mundo ha buscado la forma de tener acceso y a pesar de que sabemos que debemos navegar con precaución, los usuarios compartimos información personal de manera deliberada; desde que chateamos con otros usuarios, solemos compartir información personal como nuestra edad, nuestro nombre y nuestros gustos. Además, cabe recordar que muchas de las redes sociales nos indican que, desde el momento en que nos registramos, nuestros datos se convierten en información pública.


En otras ocasiones y sin darnos realmente cuenta, también compartimos información todavía más personal que nuestro nombre y nuestra edad. Todas las veces que navegamos por los sitios web, estamos compartiendo información desde el momento en que tenemos activada nuestra ubicación y cuando aceptamos las “cookies”.



Las cookies son archivos de datos que los sitios web crean y envían a los usuarios, para luego almacenarlos en el dispositivo en el que el usuario está navegando. Con esta simple herramienta, los sitios web puede conocer cuánto tiempo duró el usuario en la página, qué otras páginas visitó, consultar la actividad previa del navegador. Principalmente, las cookies son utilizadas por los servidores para distinguir a los usuarios y, con base en esto, poder actuar de forma distinta y personalizada para cada uno de ellos, ofreciendo la información que cada uno requiere dependiendo sus hábitos y sus preferencias.


La información que las cookies almacenan es utilizada por las empresas para ofrecer publicidad diseñada para cada público, lo que se conoce como target. Al tener conocimiento de la información de cada usuario, como desde qué dispositivo navega, a qué hora, qué productos o servicios busca, desde qué parte del mundo, las empresas comienzan a vendernos sus productos a través de herramientas como Google Analytics, la cual según la investigación de mercado realizada por Google y dicha por Nikesh Arora, jefe de Finanzas, más de 10 millones de empresas hacen uso de este recurso. Otras tantas también utilizan el Retargeting, o desde la misma publicidad pagada dentro de las redes sociales.


Pero la información no solo es utilizada con fines económicos. Hay casos muy conocidos dentro de la política, donde los candidatos hacen uso de información privada para tomar ventaja sobre sus oponentes.


El caso más conocido fue en el que se encontraron inmersos Facebook, Donald Trump y Cambridge Analytica, de cara a las elecciones del 2016 en los Estados Unidos, donde Donald Trump y Hilary Clinton se enfrentaron.


El ex presidente de Estados Unidos contrató Cambridge Analytica para que, con base en sus servicios, se obtuviera información acerca de las personas inscritas en el padrón electoral y, de esta forma, elaborar propaganda acorde al gusto de los estadounidenses. Cambridge obtuvo datos a través de Facebook, pues la red social brindó esa información a través de los “me gusta” de los usuarios con opción de voto en aquellas elecciones.


Según el periódico The New York Times, con base en esta estrategia de “perspectiva de la psicología del comportamiento”, Cambridge Analytica obtuvo información privada de entre 30 a 50 millones de estadounidenses. La campaña de Trump, al tener el conocimiento de la información de los votantes y al estar abajo en las encuestas durante las últimas semanas, apretaron la propaganda en Facebook para captar la atención de los indecisos, con lo que lograron dar la vuelta y quedarse con las elecciones.



De esta forma, y gracias al uso del internet y de las redes sociales, los políticos han emigrado a hacer campañas dentro de estas herramientas comunicacionales donde, para el medio de comunicación Forbes, hay puntos estratégicos para que las campañas sean, o no, exitosas:

  • De la percepción al impresionismo político: la comunicación digital facilita el aparentar y los bots. Puedes crear perfiles falsos para comentar e interactuar de manera positiva con alguna figura pública, para aparentar que se es la persona indicada y, de esta manera, contagiar a las demás personas a que hagan lo mismo, dejando a un lado la ética de la información.

  • Espontaneidad, confusión y anarquismo: se depende de la creatividad y la capacidad de respuesta que se pueda ofrecer al usuario.

  • El hartazgo abarató la demanda ciudadana por calidad gubernamental: con los avances tecnológicos, la capacidad de entendimiento y el gusto por la lectura ha disminuido, por lo que ya no funciona elaborar discursos muy especializados; basta con crear contenido de acuerdo con las tendencias que dictan las redes sociales.

  • Contacto virtual: la capacidad de respuesta por parte de las instituciones y de los personajes, hacia la ciudadanía, con base en la demanda de las personas.


La ciudadanía tiene poco conocimiento acerca del acceso a la información pública y privada, puesto que la mayoría desconoce que existen portales de acceso a la información y de transparencia, donde se puede solicitar información pública como: cuánto gana el presidente, cuánto ganan los alcaldes y las alcaldesas, cuánto dinero costó una obra pública, entre otros.


Las personas y las empresas que tienen acceso a la información llevan la delantera, puesto como se comentó anteriormente, tienen la posibilidad de segmentar el público al que queremos hacer que compre algún producto o alguna ideología. Las empresas deben manejar con ética la información para que los usuarios sigamos navegando con la tranquilidad de que todos los datos que proporcionamos están siendo usados con transparencia y con el debido cuidado para que no caiga en malas manos, ya que la delincuencia también ha hecho uso información compartida en las redes sociales para llevar a cabo varios delitos.


Según el sitio web “Techlandia”, los delitos más comunes en las redes sociales, con base en el uso inadecuado de la información, son:

  • Robo de identidad, suplantación de identidad e información falsa.

  • Acoso a menores de edad.

  • Vulneración y hackeo de información encontrada en nuestros dispositivos.

  • Publicidad y propaganda engañosa.

  • Stalking.


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